viernes, 11 de junio de 2010

Porteño N· 23


Más que un simple medio de transporte, el tranvía 23 fue parte del alma del barrio porteño de Boedo. Por sus coches desfilaban en su mayoría trabajadores que iban del relegado sur capitalino hasta la emblemática Plaza de Mayo. Oficinistas “trajeados” y costureras, que llevaban a cuestas gruesos atados de tela, eran los habituales pasajeros de estos carros de madera y chapa, que se dirigían con marcha lenta hacia el corazón de una ciudad empapada de tango.
Esta línea, cuyo recorrido trazaba un ocho imaginario, fue testigo de la gran pasión nacional: el fútbol. Cuentan los nostálgicos que los domingos era memorable observar cómo el 23 circulaba abarrotado de hinchas que se dirigían al viejo Gasómetro. Cánticos, banderas, gente enfervorizada colgada de los estribos y sentada en el techo del tranvía son sólo algunas de las imágenes que solían apreciarse antes de que levantaran las vías que surcaban la avenida La Plata.
Sus coches circularon por última vez en 1962, a raíz de una decisión gubernamental que le rindió culto al progreso. No obstante, la mística que encierran sus viajes en el recuerdo vivo, no fue ni será consumida por el paso de los años.